Las sorpresas llegan a Melbourne, pues el número uno del mundo, Novak Djkovic, acaba de ser eliminado del Open y no por un aventajado jugador, sino por el uzbezo Denis Istomin, que ocupa el número 117 de la ATP. Además, parece que ha vuelto el Nadal de antaño con una derecha que ha dejado fuera de juego a Marcos Baghdatis. Este Grand Slam está repleto de giros inesperados.
Respecto a la eliminación de Djkovic, poco le ha importado al de Uzbekistán que frente a él se situase el vigente campeón de Melbourne y ganador, además, en cinco ocasiones más. Tras cuatro horas y 48 minutos, el serbio ha mordido el polvo y no ha hecho más que confirmar la máxima de que no hay partido fácil. Hasta este inesperado desenlace, las apuestas daban a Djkovic la victoria, pero ahora tendrán que resetearse y dar más peso a las figuras de Rafa Nadal y Roger Federer, empeñadas en ser el ave fénix de este campeonato.
En este sentido, Nadal se ha desembarazado de viejas dolencias, ha sumado a su equipo técnico una cara nueva como la de Carlos Moyà y su último partido ante Bagdhatis ha permitido ver lo mejor de su juego. Pero sobre todo, el jugador empieza a sentirse seguro de sí mismo y de su juego. ‘Estoy muy feliz por la victoria, gané en sets corridos a un difícil rival. Puedo hacer las cosas mejor, eso es verdad. Necesito cometer menos errores. Pero en general he jugado bien, muy sólido con mi servicio’, ha comentado en la rueda de prensa posterior al encuentro.
Éste se ha celebrado de noche, una circunstancia que altera sobremanera las condiciones del partido. Además, esto es algo nuevo para el manacorí que nunca antes había jugado a estas horas: ‘La bola cambia drásticamente. Con el calor la bola vuela mucho más, está rápida. Pero por la noche se agranda y es más pesada’.
Ahora aguarda el siguiente reto con Alexander Zverev, pero el español ya es el favorito para ganar el encuentro. Además, remonta en las apuestas generales y su nombre coge fuerza como posible ganador del torneo. Así, aunque todavía figura en cuarto lugar, empieza a acortar distancias con Milos Raonic y deja atrás a Federer.
Una vez más, el torneo australiano es un hervidero de emociones y, además, promete con la poderosa irrupción de Nadal: tiene toda la pinta de estar en plena forma física y, lo es que es más importante, mental.