El tenista André Agassi ha escrito un libro autobiográfico (Open: an Autobiography), y en él afirma que ha tomado una droga conocida como “cristal” (metanfetamina), en 1997. Lo curioso de este caso es que señala como culpable a un ayudante suyo, conocido como Slim. Y no queda ahí la cosa sino que también involucra a la ATP. En aquellas fechas había dado positivo en un control y avisado por esta asociación, el americano fue capaz de convencerlos para que taparan ese positivo, mintiéndoles y asegurando que lo había bebido por error, mezclado con un refresco. Si esto es cierto alguien tiene que hacer algo, aunque haya pasado ya tiempo. No es justo que otros deportes, como el ciclismo, se estén llevando la fama de que practicamente todos los corredores se ayudan con algún tipo de sustancia, y tengan que pasar controles continuamente, y después aparezcan estos casos que quedan impunes por que el sujeto es una figura. En su libro sigue hablando de su vida, el tenis no le gustaba y jugaba por obligación, y describe a su padre, como un sujeto violento y de mal carácter, al que le tenía miedo.
Agassi fue campeón olímpico un año antes de esta historia de drogas que relata aquí. Y en ese mismo año, 1997, se casaba con la actriz Brooke Shields. Tiene en su palmarés 8 grand slams. Creo que es muy listo al sacar, ahora, a la luz todos estos asuntos sucios, su libro se va a vender muy bien.
Después de estas declaraciones ya ha tenido duras críticas de dos números 1 del tenis, como Nadal y Martina Navratilova, y del gran atleta Sergei Bubka.
Y no contento con el tema de la droga, ha declarado en la revista “People”, que en la final del Roland Garros de 1990, jugó con peluca, porque “la imagen es lo primero”. Final que acabó perdiendo con el ecuatoriano Andrés Gómez. Normal, eso de dar raquetazos en una gran final, y estar pendiente de que no se descuelgue la peluca, tiene que descentrar a cualquiera.